4 mar 2010

Un jersey a rayas


Venecia se queda sin venecianos. La población ha pasado de 120000 a 60000 en sólo 40 años y esto parece ser que se debe a la basura, el elevadísimo precio del comercio y la saturación de turistas. A este ritmo se convertirá en un parque de atracciones definitivo, lleno de gente y vacio de auténtica vida. Y sin embargo ha sido su atractivo turístico lo que la ha mantenido viva. Físicamente sólo he estado una vez, con el instituto. El famoso viaje a Italia que organizan (u organizaban, no lo sé) todos los años para primero de bachillerato. Personalmente me enamoró, y añadió una página más a mi libro de anécdotas personales. Un día escribiré ese libro, en el que se incluirán todas las tonterías que me han pasado, he dicho u oído y escribiré tantos folios que me culparán de deforestar el amazonas.

De Venecia recuerdo, aparte del ruido, el tumulto y el olor, los callejones estrechos, con pasos entre edificios y acceso a patios cerrados. Sólo necesitabas alejarte de la calle principal, andar un poco, y conseguías disfrutar los quiebros y curvas de la ciudad medieval. Entre las casas, y no entre las tiendas, pasamos la tarde, evitando canales y gritos de la multitud. Cruzando coladas de ropa limpia y bajo ventanas abiertas con la radio puesta. Sonaba Gloria.

En Italia además, fui el único tolai que consiguió encontrar pelea en la discoteca que nos llevaron. Con un camionero español. Y aún no sé que le hice, pero se enfadó un montón. Mis amigos dicen que vivo en un mundo de colores, mi padre que vivo en Disney, que creo que todo el mundo es bueno. No sé si esa imagen de inocencia me representa muy fielmente, no soy ningún santo. Y mi mundo de colores ha tenido muchos momentos grises. Gracias a uno de esos momentos grises ( o muy negro )empecé a escribir. En un principio para mí, más adelante para que lo leyera el que quisiera. Porque sí. Es lo más cercano que he tenido a un diario nunca, porque nunca fui capaz de ordenar mi memoria o mis pensamientos. Y siempre he tenido el miedo de llegar a viejo y vivir de los recuerdos. Quizás si pudiéramos vivir cada momento por primera vez y no tuviéramos qué recordar, nos centraríamos más en experimentar. Quizás hay que dejar tranquila a Venecia de una vez.

no?

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