31 mar 2010

Easter


Me gustaria poder tartamudear tanto que la única palabara que soltara fuera producto de toda mi voluntad. Porque si mi voluntad no es capaz de elegir ahora las palabras, que al menos la más estúpida cueste expresarla. Y así no me sentiría tan extraño por quedarme callado. Querría tener una excusa para todo aquello que no soy capaz de hacer y decir, para todo aquello que escondo y no digo abiertamente. Querría que fuera tan fácil como pactar con el diablo. Querría tantas cosas a tan corto tiempo que, por imposibles, me hacen quererlas aun más. Y querría no querer nada, y sentirme un poco menos vacío. Porque al instante intento compensar, medir y hacer cuentas sobre si es suficiente o no, si la balanza está a mi favor o no. Claro está, que cada uno hace sus propias cuentas, y la contabilidad nunca fue lo mio. Sin embargo el error creo que no es sentir que me falta algo, ni intentar pensar que es. Soy ambicioso, y creo que cada uno a su modo, todos lo somos. Sin metas que cumplir, si todo estuviera hecho ya no quedaría nada por lo que vivir. Lo clásico: la felicidad son las pequeñas cosas y no un estado permanente. Bueno pues a veces me gustaría que así fuera... puro éxtasis y gozo constante, verdadero, auténtico, no forzado. Mi realidad no me lo permite.

Entonces, ¿cuál es mi error?, ¿la ambicion?, ¿buscar parches para mi mismo donde no los hay? No lo sé, tengo tendencia a meter la pata constantemente, incluso conmigo mismo. Todo el pensamiento positivo que me suele conquistar, se ve ahora, de noche encerrado en casa, hundido en un oscuro pozo. Y no se si estoy buscando al escribir estas ideas buscar una salida o solamente ponerles un orden, plasmarlas por escrito y dejarlas ahí para que dejen de rondar mi cabeza. Que los pensamientos dejen de subir y bajar desde el estómago, rondando mi espalda y alcanzando el punto álgido de un escalofrío gélido, para que el sentido común tome una opción pragmática. Para así dejar de proponer planteamientos y tomar decisiones.Ninguna base, teoría, experiencia o razonamiento sabrá si las cosas iran bien o mal, pero tendré un camino.

Sé además que no solo pongo las ideas en claro, sino que me las confieso a mi mismo. Las admito aunque no las exprese abiertamente. Porque soy torpe pero aún precavido, y porque si no lo hago me volvere loco. En otras palabras

17 mar 2010

Hay algo distinto en el aire



Y el almendro está en flor. Pigmentos blancos inundan los árboles mientras una leve lluvia de domingo empapaba las plantas y mis pensamientos. La primavera se acerca, y con ella el regreso de todo lo que en la naturaleza está vivo y habíamos olvidado en el frio invernal

Nada más despertarme sentí el deseo de pasear entre los árboles, sentir la humedad de la mañana y deambular entre las flores caidas. Es una época espléndida del año, en la que sólo con mirar por la ventana me animo. Asomo la mirada entre las cortinas y s mis pies los almendros me saludan con sus pétalos blancos, mientras que al frente toda la ciudad se alza orgullosa de si misma. Con la primavera comienzan cosas nuevas, se siente la vida más intensa, más latente. El aire huele distinto, y con el aire llegan corrientes de nuevas esperanzas, ilusiones, proyectos y deseos.

Nadie debería dejar pasar desapercibido el cambio estacional. No solo consiste en cambios medioambientales, sino en la constatación de lo bella que puede ser la vida. O más bien en el recuerdo de. Después de un invierno malo, el almendro vuelve a florecer. Ningún mal ni ningún daño nos acompañarán eternamente, o si lo hacen sus heridas acabaran solo en una fea cicatriz. Y sin embargo nos empeñamos en mantenerlos en nuestrma memoria. En primavera recordamos lo que habiamos olvidado, pero nos epeñamos en recordar lo que a veces es mejor olvidar.

Sea como sea, tomando las decisiones y recuerdos que prefiramos, estas fechas me dejan ver otra manera de vivir. Vvivir con el único sentido de vivir, que no es lo mismo que vivir por vivir; sin dejar que el invierno nos tumbe ni arranque todas nuestras ramas, porque en el momento más inesperado el color primaveral nos volverá a inundar los sentidos.



me despido del abrigo :(

8 mar 2010

Colaboración

Bien, hace dos noches me llegó este correo "anónimo" que me despertó la curiosidad.

Empecemos por las premisas:

Aseveran los sabios que la virtud está en el punto medio, así como el pueblo, a veces sabio y a veces no tanto, dice que la vida da muchas vueltas.

Por último, cualquier técnico afirmará, sin dudar un instante, que el punto medio de un elemento giratorio no se desplaza, ya que se encuentra situado en el centro mismo de la rotación.

Siguen los correspondientes silogismos:

Si no nos desplazamos, no avanzamos y por tanto nos estancamos, y cuando te paras, no avanzas, has muerto. O peor, te has aburrido.

Así que, y he aquí la conclusión, replanteémonos el valor del punto medio y arriesguémonos al cambio de cuando en cuando,

Vivamos



La imágen mental que se me ha formado en la cabeza es la de un carrusel dando vueltas, con el encargado (camiseta de tirantes, gorra vieja y fumando un pitillo) en la caseta central decidiendo cuando se para la atracción. ¿Cuánto hace que no me subo en un cacharro de esos?

El caso es que no estoy muy seguro si se refiere a un eje, como la caseta de este entrañable encargado, o el punto central de un elemento giratorio. ¿Qué más da? pues que ese punto no se desplazará linealmente, pero no parará de dar vueltas. Desde ese punto se podrá tener una visión de 360º, un poco mareante, pero muy amplia. Entonces que, ¿es una cuestión de perspectiva o de movilidad?

Creo de todos modos que el correo estaba más encaminado al valor del riesgo, de apartarse de lo convencional, de la neutralidad, y tomar una decisión. Como se suele decir: se pueden hacer las cosas bien o mal, pero lo peor es no hacer nada. Eso sí, no es lo mismo ser valiente que temerario, pero eso ya es decisión de cada uno.


o no



(click en la imagen, que no muerde)

4 mar 2010

Nueva entrada


Bien! por fin he recogido los bártulos de la página anterior, los he editado y guardado en mi ordenador. Espero que esta vez no me lo roben. Además, he subido algunos de los blogs que más me han gustado, los que más importancia tienen para mí o los que me han apetecido... Creo que tienen todos la etiqueta de "reciclado" para poder situarlos rápidamente. Porque en esta página funcionan bien las etiquetas! y puedo hacer lo que quiera con ella! (si controlara html, claro)... El caso, es que las he desordenado un poco adrede, porque me he dado cuenta que en parte son un diario de mi vida, y si bien este es el tercer año que me pongo a escribir (o sea, no llevo dos aún, con sus largas pausas en medio) me ha dado tiempo a anotar qué pasaba por mi cabeza en los momentos más importantes. De hecho, a veces no lo eran tanto y me cuesta a mi mismo entender de qué rayos hablaba, o qué quería decir.

Últimamente he ido añadiendo cosas a mi memoria que necesitan ser expulsadas de algún modo. Y mi modo habitual es escribirlas ( o gritarlas por la ventana, pero mi madre no me deja ) A ver si consigo añadir los dibujitos que hago, generalmente en clase, bien en las propias entradas, bien arriba a la derecha donde pone "el garabato de hoy" ¿Qué he hecho tanto tiempo callado? resumir. Intentar expresar con pocas palabras habladas lo que me suele llevar un rato frente al teclado. Y ha sido generalmente desastroso. Puede que no me sepa expresar por escrito, pero de forma oral tampoco se me quiere entender. Lo que no se es con qué regularidad llevaré esto...espero que una vez a la semana por lo menos...y si no,tiro de "reciclado"

En definitiva, ¿qué ha pasado para que organizara esto de una vez y me pusiera a escribir de nuevo? Pues bastantes cosas, pero la más importante de todas, que hoy es el cumpleaños de mi hermano. 24 años y de Erasmus en Grenoble. Imagino (o espero) que ahora está de fiesta, pero espero (o imagino) que leerá esto. Hablando de él, conseguí que mi profesor de lengua en 4º de la ESO se fijara en mí, y leyera algunos de mis textos en todo el curso. Lástima que en 2º de bachillerato me tocara un horror de profesora, pero eso es otra historia. Y la historia que me viene aquí es la de mi hermano: Miguel.

Como todo buen pobre, le regalo algo que es gratis: el recuerdo y las palabras. Afortunadamente con el paso de los años, según la imbecilidad se fue alejando más y más de nuestras hormonas (de forma gradual y diferenciada en cada uno) nos hemos ido llevando mejor. Así ha podido saber historias que no sabe nadie y aventuras que es mejor no contar. Es ese tercer punto de vista. El primero es el de la amiga que te apoya, el segundo es el del amigo que te critica, y el tercero es el de mi hermano. Generalmente el práctico.
Es alguien práctico, y se nota. No lo digo sólo porque sea ingeniero, que también dice bastante de él, sino por como se enfrenta a la vida. Claro está, que a veces de práctico me parece soso. y al contrario, para él de imaginativo estoy pasado de rosca.

¿Pero qué más da? Compartimos genes y media vida juntos, y aunque está a chorromil kilometros (más 2) de casa, mereces que el mejor hermano que tienes (porque no tienes otro) te desee

FELIZ CUMPLEAÑOS

Brrruuummm


Ya está, es el momento de recoger los bártulos, ordenar los apuntes y prepararse para regresar a la actividad. ¿Qué debería escribir ahora? ¿Un resumen del verano, como cuando estaba en el colegio; o quizás una antología de mis expectativas ante mi tercer año universitario? No sé que me espera, me imagino que no será fácil, pero no lo sé. Y tampoco me importa esta falta de control sobre lo que se me viene encima. Aunque me agrade la ficción de controlar lo que pase a mi alrededor, poco a poco he de admitir el caos, amoldarme a él y de vez en cuando divertirme a su costa.

No siempre se tiene la suerte de conocer la situación y poder observarla desde arriba, en vez de intentar moverla desde dentro. No siempre que se sale por la noche te puedes permitir levantarte tarde al día siguiente, y por tanto, exprimir hasta el último segundo. A estas alturas amanece ya hacia las 7:00, y mi carrera contra el sol por llegar a casa ahora está motorizada. Suerte. Hasta qué punto es un factor dominante me confunde. Claramente el esfuerzo personal es primordial. Mi hermano tiene en el corcho de su cuarto (ahora vacío por su erasmus) una nota que dice: "Yo creo bastante en la suerte. Y he constatado que, cuanto más duro trabaje, más suerte tengo (Thomas Jefferson). Además Miguel, mi hermano, personalmente siempre ha defendido que un problema le preocupaba bastante menos cuando estaba en sus manos solucionarlo. Pero cómo tratar todo lo demás, que no es poco, que no depende ni de nuestro esfuerzo, ni de nuestras capacidades, y que es terriblemente determinante sobre nuestras vidas.

¿Esperar a la suerte? Personalmente prefiero no depender de ella, y no pensar en si tengo buena o mala suerte. Yo no soy un muestrario de una estadística, y estar en la mayoría o la minoría de sus resultados me es indiferente. Admito que existe, pero sin ningún motivo en realidad. Simplemente está. La única voluntad superior que conozco ahora mismo es la de mi madre de que recoja mi cuarto de una vez. Y sé, pese a ser reacio a hacer predicciones, que quizás no pueda empezar el curso de una pieza si no la hago caso.

Así que suerte a todos con Octubre! (o no...)

La espina de cada rosa


Me estoy obligando a escribir. Creo que tenía una idea cuando encendí el ordenador, pero se disipó mientras se cargaba. O la idea no era tan buena, o yo soy muy idiota. Lo único que sé es que debo escribir. Cuando consigues expresarte, del modo que sea, los pensamientos se traducen en algo concreto. En la mente flotan los olores, los ruidos, las sensaciones, las voces, su voz... en un desorden tal que puedes estar días intentando atraparlos y mantenerlos quietos. Escribir sobre ello es como ponerle una correa a una mariposa. Y aunque la mariposa se escape, que se escapará, te queda la cuerda.

Me gustaría sacar de mi mente algunos recuerdos, que se mutan en fantasía y nublan mi realidad. Me gustaría apuñalar esa imagen, matarla, pretender que nunca existió, que nunca pasó. Pero no lo puedo controlar, mi mente va por su cuenta y hace lo que quiere porque sabe que, cuando menos me lo espero, esas imágenes me hacen sonreír.

Lucho contra mí mismo y me centro en lo que no me apetece centrarme, pero me conviene hacerlo. Los exámenes son un método de distracción estupendo. Una mente atareada no tiene descanso, tiempo libre que perder. Pero no es la respuesta. Sé que no hay una respuesta, que no hay un modo correcto de hacer las cosas, ni de prevenir lo que nos ocurrirá. No hay plan perfecto, ni idea que no caduque. Entonces qué, ¿vivir el día a día y olvidarse del resto? Sí. O no.

Todo tiene su punto de contradicción, su réplica contraria que tiene el mismo sentido, pero al revés. Lo mismo pasa con las personas, cuyas decisiones pueden contradecirse, sus ideas oponerse cuando la situación cambia. Todo cambia, y adaptarnos a ese cambio supone una serie de dudas. Si no fuera así no estaría escribiendo, buscando la salida al laberinto de mi mente. No he encontrado aún la manera pero saber que cada paso me lleva a la vez hacia el centro del laberinto, y hacia la libertad, me consuela.

Suena enrevesado, lo sé. Pero el mundo, o al menos mi mundo, no es simplemente lineal. Ojalá. Así cuando intentara hablar de las contradicciones de mi cabeza, me costaría menos. Porque a cada frase que escribo, se me ocurre la opuesta. Y no me importa. Convivo con mi caos. Es decir, escribir no me ha dado una respuesta (y quizás leer tampoco), pero sí un consuelo. No me decido, no sé qué opción es la mejor. Pero es que cada rosa tiene su espina.
Enero 2010

Un jersey a rayas


Venecia se queda sin venecianos. La población ha pasado de 120000 a 60000 en sólo 40 años y esto parece ser que se debe a la basura, el elevadísimo precio del comercio y la saturación de turistas. A este ritmo se convertirá en un parque de atracciones definitivo, lleno de gente y vacio de auténtica vida. Y sin embargo ha sido su atractivo turístico lo que la ha mantenido viva. Físicamente sólo he estado una vez, con el instituto. El famoso viaje a Italia que organizan (u organizaban, no lo sé) todos los años para primero de bachillerato. Personalmente me enamoró, y añadió una página más a mi libro de anécdotas personales. Un día escribiré ese libro, en el que se incluirán todas las tonterías que me han pasado, he dicho u oído y escribiré tantos folios que me culparán de deforestar el amazonas.

De Venecia recuerdo, aparte del ruido, el tumulto y el olor, los callejones estrechos, con pasos entre edificios y acceso a patios cerrados. Sólo necesitabas alejarte de la calle principal, andar un poco, y conseguías disfrutar los quiebros y curvas de la ciudad medieval. Entre las casas, y no entre las tiendas, pasamos la tarde, evitando canales y gritos de la multitud. Cruzando coladas de ropa limpia y bajo ventanas abiertas con la radio puesta. Sonaba Gloria.

En Italia además, fui el único tolai que consiguió encontrar pelea en la discoteca que nos llevaron. Con un camionero español. Y aún no sé que le hice, pero se enfadó un montón. Mis amigos dicen que vivo en un mundo de colores, mi padre que vivo en Disney, que creo que todo el mundo es bueno. No sé si esa imagen de inocencia me representa muy fielmente, no soy ningún santo. Y mi mundo de colores ha tenido muchos momentos grises. Gracias a uno de esos momentos grises ( o muy negro )empecé a escribir. En un principio para mí, más adelante para que lo leyera el que quisiera. Porque sí. Es lo más cercano que he tenido a un diario nunca, porque nunca fui capaz de ordenar mi memoria o mis pensamientos. Y siempre he tenido el miedo de llegar a viejo y vivir de los recuerdos. Quizás si pudiéramos vivir cada momento por primera vez y no tuviéramos qué recordar, nos centraríamos más en experimentar. Quizás hay que dejar tranquila a Venecia de una vez.

no?

El hilo fantasma


Hace un par de noches soñé, con total claridad, que adivinaba el pensamiento de un hombre. Concretamente, sabía qué canción pasaba por su mente, y en el momento del estribillo, la canté a la par. Se quedó pasmado. La canción además era” Hey Ya”, y el hombre, el encargado del Café Teatro. Sabía con absoluta seguridad que no me equivocaba, una seguridad que sólo siento en ocasiones conversando con un gran amigo mío. Pero llevamos tanto tiempo juntos, conociendo nuestras estupideces, que no es que sepa qué es lo que piensa, sino que pensamos casi igual. Otras veces intento adivinar y, por la situación, el momento preciso y quizás la posibilidad de que yo esté en ese pensamiento, consigo resultados de lo más beneficiosos. Y generalmente me equivoco estrepitosamente.

Es una cuestión de interpretar silencios y ausencias, de entrever en las pausas de la conversación, o entre conversaciones, las líneas ocultas de ideas pendientes en el aire que se irán desarrollando libremente. Oler el rastro de las palabras no dichas y tejer los posibles caminos de la razón o de los sentimientos que las llevaran a una conclusión cualquiera. Aleatoria, llena de tantos matices y posibilidades que se puede llegar al paralelo humano del “Una mariposa mueve sus alas en Pekin y provoca un huracán en Nueva York”. Odio esto. Mucho. No porque tema no saber hacia dónde se dirigen los pensamientos de las personas, incluso los más caóticos. Me gusta la diversidad hasta el absurdo. Pero me gusta que la gente se exprese y libere sus ideas. Con el medio que sea, no sólo mediante las palabras. Adivinar pensamientos supone hacer conjeturas sin saber cómo de acertadas son las conclusiones. Y pretender que otro te los intuya, volverle loco. Esto es, en ambos sentidos, perder el tiempo mareando la perdiz.

Pero esta vez, quizás influenciado por “la casa de los espíritus” y la naturalidad con la que se trata la interpretación de sueños, la magia, el poder de la mente y el trato con espíritus, entre otras cosas, me di cuenta de que esta vez no me equivocaba. Había adivinado qué iba a pasar, los duendes del sueño habían comunicado a mi favor los hilos de los deseos no expresados y cogí ventaja. Me lo había imaginado, y mi subconsciente me dio un empujón en sueños. No necesitaba marear la perdiz, no necesitaba hacer conjeturas. No necesitaba nada de eso. Sabía qué pasaría y qué hacer para prevenir sus efectos. Era inevitable pero por pura casualidad, por instinto o quizás porque era obvio, me adelanté a lo que se venía.

Objetivamente, fui a ciegas, guiado por no sé qué. Pero realmente me he dado cuenta que muy pocas veces existen razones suficientes que justifiquen o dicten qué hacer. Y que puedes perder demasiado tiempo buscando motivos sin encontrar nunca conclusiones.

Pikolin


Ocurre a veces que los pies pierden el contacto con el suelo, las paredes son el horizonte y, sin que nos demos cuenta, estamos volando. Volando como un pajarillo de aflautada voz, que canta a la salida d la luna. Normalmente no conocemos el principio de la excursión aérea y preferimos no conocer el final. Permiso de aterrizaje por favor.

No pensamos el final del vuelo, porque hasta la fecha, el vuelo accidental solo se ha producido en sueños. Sueños cuyo grado de realidad es discutible, y cuya peligrosidad no se centra en la física y gravitacional castaña que nos podría esperar en un mundo más consciente. En estos sueños en los que nuestra mente despierta, algunos buscan descifrar su elemento generador, el por qué. Parece ser que los sueños en que se vuela tienen una clara connotación sexual. Lo que no sé es que connotación tendrán los sueños eróticos entonces…

Y sin embargo son solo para nosotros, e incluso ni eso. Al despertar olvidamos, casi casi siempre. Recordar un sueño, bueno o malo, es ya una anécdota, y en mi caso, un motivo para escribir un blog. ¿Qué he soñado hoy? Quizás cosas que querria que se hicieran realidad, que he deseado, que deseo o anhelo, cosas que pasaron y añoro, u otras que (creo) jamás sucederán. Todo aquello que nos inunda y nos corroe, desde el recuerdo a la imaginación, va componiendo el universo más o menos difuso, elástico como un chicle mascado, que una vez al dia visitamos. Vivimos un tercio de nuestra vida (salvo excepciones) en unos sueños todo aquello que nuestro ser consciente no se atreve a revelar, aun sin saber si ese ser consciente es el que abarca la realidad. ¿Es la realidad otro sueño individual de cada uno, o una realidad distinta compartida por todos?

Quizás lo descubra cuando, soñador o soñado, recuerde como volar.

Fuerzas vivas


Un pedazo de tierra contuvo en su masa la presión de un pie, reteniendo su visita con el molde de su huella. Un rastro efimero y difuso libre de interpretación para los observadores sobre sus posibles causas. Indicaciones tan leves que jamás serán una explicación de los hechos, que dejan el marco abierto a la mayor de las casualidades. Casualidades que, bajo el halo de luces que emiten los astros, o la luna más polar de esta esfera, puedan hacer coincidir los hilos invisibles que comunican el mundo oculto que visitamos mientras dormimos.

Como si los duendes invisibles que manejaran esta madeja recibieran el impulso para conectar emociones y sentimientos representados bajo la forma de imagenes oniricas. como un cruce de caminos y pensamientos que jamás tendremos el valor de averiguar si es verdad. ¿Se conectarán alguna vez entre sí los sueños? Son una fuerza tan viva como la que hace que las plantas bien podadas crezcan con más fuerza. Ese inconsciente cohibido bajo el día a día que reflota, y en primavera emerge con el fulgor verde y precioso que eclipsa todo lo existente. ¿Cuando es ese sueño tan poderoso que obliga a tomar determinaciones, si al despertar solo encontramos de su gigante presión una leve huella? Quizás pertenecía al hombre de las cavernas, o a un cosmopolita refinado.

Quizás la linea que separa ambos mundos, solo vigilada por el señor de la luna, sea tan fina que es infranqueable. Como un hilo de diamante cuyo reflejo nos permite conocer los brillos más puros, pero su contacto nos corta. Quizás algún dia al despertar, pasemos a la otra orilla y por fin seamos siempre sueño

Simplemente

Hoy hace un dia gris, sin ni siquiera llegar a girar la cabeza del todo una oscura nube me mira tranquila desde su elevada posición. Podria ser un inicio de tema estupendo para hablar de los estados de ánimo, o de la vida, de los entretenimientos...De cualquier cosa, pero en realidad sólo estoy mirando por la ventana. Y hace un dia gris.

Existen cosas sencillas, que son tal como son y buscarle más significados no es más que una pura fantasía. Cuesta admitirlo, pero no todo merece una interpretación más allá de lo aparente. Sin embargo no quiero decir que no por esto sean menos admirables. Son lo que son, geniales, simples, sinceras y magnificas. Sin más. Quién no ha visto una fregona como el objeto más obvio del mundo, o los derechos humanos ese anhelo de sentido común que tanto falta. Quizás no hay verdades absolutas, quizás sólo opiniones generalizadas, pero si tengo que opinar sobre ideas simples y que sorprende pensar que no existieran ya, tengo que remitirme a esto

Kutiman

Historias de la radio


¡Qué invento! Hace poco me había convencido que el mejor modo de encontrar noticias chorras era, sin duda, internet. La última que ha llegado hasta mi es un programa (que aún no he probado ) que según dice estimula funciones cerebrales mediante sonidos infrasonidos y todo el percal....que te droga vamos. No citaré mis fuentes

Drogarse con sonidos me parecía ya una noticia lo suficientemente estúpida pero volviendo a casa la radio me ha facilitado una casi incluso mejor. La sección de noticias, cuando dura apenas 2 minutos e incluye alguna estadística de alguna universidad o centro estadístico desconocido, no tiene desperdicio. Al parecer, y volviendo a las funciones cerebrales, buena parte de las áreas del cerebro que se activan cuando alguien odia son las mismas que cuando alguien ama.

El amor odio no es un mito! está comprobado ahora científicamente (o eso dicen). Resulta que esto se produce porque ambos sentimientos, emociones o como lo llamen, desactivan el juicio y la razón. Amar u odiar es una locura, un acto irracional y estúpido. Amar u odiar van de la mano en tantos aspectos, que nos hacen seguir siendo humanos porque andamos de pie. Ésto me lleva a plantearme un hecho sencillo y quizás predecible. Puede que la gente que quiera o haya querido sean en realidad mis enemigos .¿Quizás mis enemigos me aman sin saberlo?.

Espero que ante mi actual incapacidad para odiar (sí, hay gente que no me gusta, pero ¿odiarles? en absoluto), no sea recíproca. Quizás es que no siento el desprecio o el aprecio con tal intensidad como para perder la razón; que considere tanto la vida como un chiste que a mitad de la historia ya me esté riendo y sea por tanto, incapaz de saltar esa frontera tan bruscamente. Porque esa frontera es como un baile en el limbo intenso y alocado del que nunca se sabe de qué lado se va a caer. Y el golpe al final de la canción nos deja aturdidos y desorientados, pero nunca indiferentes.

Autohistoria autoconclusiva


Hace tiempo que me convencí de que la inspiración hay que buscarla. Si tienes suerte, ella te va buscando con cierta frecuencia si la entrenas. O si la ubicas. Esto es, el asiento 100 de la biblioteca pública, el escritorio de tus padres, la cafetería de la esquina, el parque, el bar de siempre o, como no, el cuarto de baño. Los hay que sólo estudian bajo presión, y los que sólo rinden cuando tienen el agua al cuello. Pues esa es mi situación aproximadamente.

Apenas unas horas después de que la tensión estuviera a punto de hacer explotar mis sesos y esparcirlos por el techo como una mala peli gore, me di cuenta que la sensación iba perdiendo intensidad. De un modo agradable en realidad, al principio, dejando mi cuerpo y mi mente libres y en reposo. Yo que nunca he disfrutado tomando el sol, deseé que ese instante caluroso me acompañara por siempre. Pero se me fue la mano. El globo se deshinchó tanto que el gas que suministraba el impulso vital se disipó por el ambiente. No sólo me costó estudiar, actualizar el blog, dibujar, hacer planes o cualquier cosa que antes, si no la hubiera hecho con gusto, la habría hecho con la celeridad que implica la necesidad. ¿Acaso me he acostumbrado al látigo? ¿O fue tal su azote que cuando paró me quedé inconsciente?

Era tan agradable vivir en un río de días sin sentido, sin olas violentas, sin luchas contra las fieras. La corriente era suave, el sol brillaba y la vida de perfecta era insulsa, tonta e inútil. Parece que me desagrade haber tenido vacaciones de verano, sin tener nada que hacer. Pero el hecho es que SÍ tenía, y tengo qué hacer. Pero no me preocupa dejarlo para los momentos finales; qué demonios, intenté ser responsable antes de tiempo pero me faltaba fuelle. Lo que me molesta es haber tirado los días. Quedarme en la mente, y en la punta de la lengua con el “Y si…”. Y si hubiera hecho todo lo que el año lectivo no me deja tiempo para hacer, explorado lo que no me deja explorar, vivido lo que no me permito vivir. Quizás no me preocuparían los exámenes. Al fin y al cabo, habría sido un verano rentable.

Pero creo que hay una frase Watterson (el que hizo Calvin y Hobbes, vamos) que lo resume bastante bien: There’s never enough time todo all the nothing you want. Y quizás echo de menos ese tiempo perdido, que cuando lo perdí lo disfrutaba. Y quizás nunca se aprovechará el tiempo perdido, sobre todo el tiempo perdido pensando entiempo perdido. Quizás me recrimino antes de tiempo para guardarme las espaldas en caso de que vayan mal los exámenes, o quizás necesito impulsarme de nuevo poco a poco en la rutina diaria y seguir siendo una persona activa y no un vegetal veraniego.

El caminante por el mar de niebla


A veces me sorprende en el cine o en la literatura, como se logra desarrollar las ideas sin escupirlas atropelladamente. Lograr en el tiempo exacto y la cantidad necesaria exponer paso a paso lo que se quiere expresar. Porque hay tanto que decir, tantas melodías que escuchar que últimamente, pensando que estaba descansando, en realidad me hundía en la nada. El reducirme a poco más que un observador de mi propia vida, dejándome arrastrar por los acontecimientos. Y en caso de participar, generalmente equivocándome. ¿Ha sido ese el motivo de que no escribiera durante este tiempo? Quizás el recuerdo de los meses de invierno que, estúpidamente, pretendo olvidar, me lleva a oponerme a ellos. O dejarlos pasar. No sé de donde viene esta desidia, si yo mismo soy incapaz de controlarla.

El día, la noche, no tienen ningún sentido para mí. El sueño se ha convertido en un incómodo compañero. El calendario, una tortura. El paso del tiempo cose mi cerebro al tic tac del reloj, y con cada movimiento del minutero aumenta la tensión. ¿Cuándo seguir el instinto, el placer, el permitirme ser se convirtió en esto? ¿Qué demonios es, la conciencia?.Suficiente tengo conmigo mismo para que mi subconsciente me torture. O me indique

No sea donde quiero llegar a parar. Ni con este texto, ni con los días que se avecinan. Puede que sean un reflejo el uno del otro, pero según dicen, el primer paso es admitirlo. Quizás porque he podido creer siempre a donde iba, o no importarme mucho, sabiendo siempre donde estaba. Cuando ambas han fallado y los días corren delante de mi, acelero.! Encuentra de nuevo aquello que, de solo pensarlo te recorre la espalda y congela el cerebro de un escalofrío. Escribir, pensar, ¿no son ambas una misma y única cosa, hijas gemelas de la inteligencia?

Las posibilidades en este mundo son infinitas, pero encontrar el viento que nos guie es complicado, sino imposible. Dejarse llevar implica un riesgo, que algunos saben llevar, y otros nos hundimos en él. Marcarse metas puede a veces resultar absurdo, y un término medio quizás es imposible. No lo se, no se nada. Pero cuando me paro a pensarlo, me siento mejor, la noche es más noche, y el día tiene todas sus horas. Escribo y el sonido de las teclas es tan real como su tacto, como lo soy yo. Y yo soy algo más que pura carne en reposo pegándose por el calor en el sofá. La ciudad, la vida concentrada, se encuentran bajo mis pies. Y quizás me atropelle la existencia, o mis propias ideas desordenadas y sin educación, pero al menos ya se lo que NO hacer.

Y es no hacer nada, claro

Supervivencia


Armarse de valor. Curiosa expresión que tomaría el valor como un fusil, un Winchester al hombro que en el momento necesario, cuando el oso de enormes dimensiones se situa justo al alcance de su zarpa, se carga, apunta y proyecta sus letales municiones hacia el mamifero en ocasiones bípedo. Un arma, ¿un instrumento asesino? No lo se, quizás no es una cuestión de caceria, sino de impulsos vitales, de miedos. Cazar, asaltar al miedo desde los confines del bosque para encontrarlo acomodado en los rincones más oscuros. Descubrirlo desprevenido y con una corriente de ánimo que surge desde el estómago hasta el último vello, darle la suficiente energía para ahuyentarlo.

Al fin y al cabo, por muy extendida que esté nuestra civilización, este es un mundo salvaje que nos sobrevivirá, así como la humanidad nos sobrevivirá a los humanos. Apuesto por los cambios de ánimo y el ánimo de continuar, pese a que, vistos desde una óptica muy lejana, carecen completamente de sentido. Si al final, no somos nada, y todo se pierde. Para qué tanta molestia en conocernos a nosotros mismos, y a nuestros congeneres? Para qué buscar una felicidad qué no sabemos lo que es aún incluso cuando la encontramos? El mismo tiempo nos da la respuesta, estando en su cuarta dimensión intangible e imparable atravesando la existencia como aquello únicamente real que vendrá a por nosotros. Cruzará el corazón y demostrará, con un grito, que ha pasado de largo.

Espero poder manchar la punta del tiempo, dejar mi huella y aunque, no sirva de nada. Estar ahí. Porque el desánimo me invade. El estrés me lleva por delante y la saturación de las responsabilidades me inclina los hombros hacia delante. Es un asco muchas veces vivir, aguantar y soportar lo que claramente nos perjudica. Es un asco sobrevivir en un mundo sinsentido y atemporal a gran escala. Es un asco y aún así seguimos, y seguiré. Porque pese a que no tenga nada tangible a lo que agarrarme, pese a que sepa que todo algun dia se acabará. Me enfrentaré a la vida y a la experiencia, siendo ésta lo único que acontece realmente, y ataré en los lazos de mi memoria los acontecimientos que el tiempo se quiere llevar consigo

La cuadratura del circulo


De la increíble variedad de posibles acontecimientos que pueden suceder cada día, de los cuales planificamos o prevemos solo unos pocos, entre ellos, el menos probable está el que en realidad si sepamos todo lo que pasará. Que ocurra que todo ocurra, y aun así lo sepamos. Una lógica alejada de la fantasía nos obligaría a descartar esta opción de nuestra agenda. Decidir de primera mano que ésto es imposible. Al fin y al cabo la experiencia nos ha dicho que no. La ciencia nos ha dicho que no. Todo nos dice que no. ¿Todo dice que no? De qué podemos fiarnos que sea más cierto y recomendable, qué opinión puede reglar la verdad. Si una tercera parte de nuestra vida la pasamos durmiendo, ¿no es esta una buena parte de nuestra existencia? Qué tienen de real o irreal, entonces los sueños. ¿Porqué su punto de vista es menos valido?

Y quizás volver atrás en el tiempo para enmendar los errores se quedaría para nuestro subconsciente, tan nuestro como la piel y los dedos que, a veces dirigidos, a veces por voluntad, acarician con torpeza la inteligencia y la razón. ¿Se escribe lo que se piensa o se piensa al escribir? En mi caso ambos me llevan a divagar sobre lo imposible, sobre lo ocurrido. Los errores que te persiguen hasta que tienes mejores recuerdos con los que poblar los sueños. Incluso a unir los acontecimientos, sueltos y dispares, por una madeja de casualidades tan densa, compleja y utópica como desalentadoramente falsa.

Si cada día fuera siempre el mismo que el anterior, si las normas del paso del tiempo no estuvieran para nosotros, si el miedo a las consecuencias desapareciera por la imposibilidad de que realmente ocurran, si no tuviéramos nunca la duda de "Y si hubiera...", si tuviéramos la eternidad reducida a un solo punto o lugar (que más da). Si todo eso ocurriera y nos encontráramos a distancias iguales a un Dios y a la locura, y el miedo a lo imprevisto estuviera ya planificado, quizás entonces la eternidad podría reducirse a un suspiro y el amor de una noche ser interminable. Podríamos entonces ver bajo nuestros pies lo eterno, yendo de salto en salto por lo efímero y seguir este camino con la vista al frente hacia lo indescriptible.

El origen de todo

Entre todos los trastos, papeles, libros y dibujos que hay en mi cuarto, guardo un objeto muy preciado. Es un simple bloc de notas, tan pequeño como un puño, discreto y elegante. Cayó en mis manos y permaneció en blanco hasta hace un año. Porque hace un año(el día que se recuerda cuando los madrileños se levantaron contra los franceses) la enfermedad, la vejez, el hastío por la impotencia que provoca la demencia, los esfuerzos agonizantes contra un dolor intenso y constante, insoportable, incurable; un dolor que provocaba gritos, llamadas a personas hace mucho inexistentes, llamas de sufrimiento ardiendo en las interminables noche de una oscura residencia... borraron recuerdos, borraron ilusiones, borraron las ganas de vivir.

Hace un año, sucedió lo único que es inevitable. Una llamada de teléfono, de la que no escuche nada y comprendí todo. Antes de que mi padre colgara, su silencio desvelaba lo ocurrido. Y yo me quedé en casa. No podía ir allí a despedirme como es debido por el maldito acceso a la universidad, no podía hacer nada más que recordarla en silencio. Y empecé a escribir en mi bloc, en su honor, en su homenaje y en su recuerdo. Con la intensidad y la fidelidad que se le debe a quien no está, pero aún quieres, le rendí mi despedida.

Desde entonces escribo, cuando no se con quien hablar, cuando no se a quién decirle las cosas más que a mi mismo escribo. Hace un año me despedí de ti en privado, con la mayor sinceridad que permiten las palabras. Hoy me vuelvo a ver aquí, sin poder ir a Madrid a recordar una parte de mi infancia, a entregarte con la vehemencia que te mereces un triste ramo de flores. En su lugar te escribo de nuevo, me escribo, escribo a quien lo lea por este horrible aniversario en el que por fin, dejaste de sufrir. Adiós Pepa. Adiós abuela.

Sin título

Crecer , llorar, reir, sentir, y el que pueda quizás, amar. Desde su carácter más mundanal o hasta el que llevó a orfeo a bajar al mismo infierno a recuperar a su amor perdido. A veces todo a la vez, a lo largo de una vida o en 120 minutos. Conjunto caótico como lo es la locura de vivir. Sin mirar atrás, quizás sólo cuando el encanto de los amigos te ayuda a continuar, a luchar sin que el mundo parezca que gire para unos, mientras el mundo da vueltas sin parar para el resto de la humanidad.

Y que mejor causa, sino, para escribir.

Hereje!!


Me sorprendió en la calle ayer no la lluvia, sino cuando escampó. Estaba de tránsito de un recado a otro cuando sentí el calor de un rayo de sol que se escapaba entre los edificios. Un rayo agonizante y de última hora de la tarde que poco más duraría. El suelo olía a húmedo, a vida radiante de alegria que conseguía que el tráfico apenas me molestara, tan ensimismado como estaba.

Muy a mi pesar segui caminando para terminar mis recados. En definitiva tenía que visitar a 3 amigos. Uno nuevo, uno de mi infancia y otro de toda la vida. 3 casas, 3 vidas y 3 situaciones distintas que se han cruzado con la mía.La tarde incitaba cada vez más a ponerse a recordar.

Recordar todos aquellos momentos con gente con rostros difusos, nombres abstractos que se funden en la memoria. Aquellas otras vivencias sólo superadas o empeoradas con la persona que se vivieron. Amig@s y compañer@s fugaces, de un curso, un verano o una noche que toda la tecnologia del mundo no son capaces de juntar de nuevo y conciliar un momento como el compartido.

Recuerdos olvidados, de gente que te olvida y es mejor olvidar.La noche se acercaba y me fui dando cuenta, en el regazo de la luz fluorescente (pues las noches hace tiempo que no son oscuras), de como no era necesario este recuerdo. La gente se va, otros vuelven. Un amigo se pierde y no se entiende por qué. El cariño se anquilosa y se pierde en el fondo de un baúl lleno de polvo...pero todo se renueva, como cada noche al dormir la esperanza se renueva, los espiritus descansan y se vuelve a vivir.

Los compañeros de siempre y los que tienes en este momento son lo único válido. Anclarse en lo vivido es esperar que llueva para siempre, pasar frio bajo la luna y morir de hambre. Por eso todo lo ocurrido en mi vida pierde importancia.
Dejo el pasado para los abandonados, para los melancólicos y los poetas. No se puede vivir del recuerdo ni vivir sin recordar. Pero yo prefiero, simplemente, vivir.

Viajero nocturno


Nunca había esperado al bus como hace un par de días. Acabábamos de dar una visita cultural por la ciudad y nos disponíamos a volver a casa. Empezaba a llover, la ciudad olía a gris y la multitud se resguardaba. Un poco de agua, fría y dispersa, para refrescar las ideas. Sin embargo el autobús se retrasaba y mi mente empezó a divagar sin ningún orden concreto. Una lástima, porque en ese mismo instante me cogieron desprevenidas las preguntas de un curioso desconocido.

Ojos azules, pelo blanco y acento inglés. Un tipo largo y delgaducho que, movido por la curiosidad me tocó la espalda y pregunto: Qué pone en tu chaqueta?. Creo que era la cuarta vez que me lo preguntaban ese dia, asi que respondí amablemente y me di la vuelta a seguir mirando si el autobús me dejaría mucho más tiempo bajo la lluvia que, aunque agradable a los sentidos, empezaba a dejarme helado de frio. El hombre de los ojos azules y acento inglés esperaba a mi lado, sin molestar, cuando de repente suelta la bomba:

¿Tu crees en Dios?. La pregunta de por sí es dificil, y suele despertar muchas otras preguntas igual de difíciles. La primera que me vino a la mente fue: porqué me preguntas esto en la parada del autobús? Mi respuesta fue un estándar del agnosticismo, resumido y respetuoso, y precavido. Insatisfecho por mi respuesta me contó su historia, de cómo había descubierto el amor de Dios en el 73, y no de una religión lo que consideraba podría ser mentira. Ese hombre me dejaba cada vez más sorprendido. Yo que pensaba que la lluvia incitaba a meditar, ahora me doy cuenta que no es comparable a la conversación de un desconocido.

El hombre del acento inglés me planteó desenfadadamente, con una despreocupación casi demente un gran dilema. Supongo que un dilema más personal que nada en el mundo, un dilema que nadie puede explicar por tí, y que ni siquiera alguien se podría explicar a si mismo. Sensaciones, experiencias y la certeza de algo superior, de un amor supremo siempre presente, supongo que eso es la fe. El hombre me sorprendió, me recordó lo que aún son para mí dudas sin resolver y que no resolveré quizás. Pero de repente volvimos al mundo. Vuelta a la calle mojada y los coches rodando, pasando, gritando. Vuelta del breve coloquio teológico cuando su autobús llegó.

Sus ojos azules tenían prisa, el fiel también cogía el autobús. El enajenado aspecto que desprendía se hacía cada vez más firme, pero su voz pronunció al despedirse, entre brincos y empujones, lo mejor de la conversación. Lo único que me demostró que no era un loco, que sabía donde estaba, que sabía para qué vivia, y que entre nosotros había muchas más cosas en común de lo que creia. Corriendo, pues el autobús se iba, mirándome sin mirar se despidió de una manera tan maravillosa como se presentó:

Sé feliz