4 mar 2010

Pikolin


Ocurre a veces que los pies pierden el contacto con el suelo, las paredes son el horizonte y, sin que nos demos cuenta, estamos volando. Volando como un pajarillo de aflautada voz, que canta a la salida d la luna. Normalmente no conocemos el principio de la excursión aérea y preferimos no conocer el final. Permiso de aterrizaje por favor.

No pensamos el final del vuelo, porque hasta la fecha, el vuelo accidental solo se ha producido en sueños. Sueños cuyo grado de realidad es discutible, y cuya peligrosidad no se centra en la física y gravitacional castaña que nos podría esperar en un mundo más consciente. En estos sueños en los que nuestra mente despierta, algunos buscan descifrar su elemento generador, el por qué. Parece ser que los sueños en que se vuela tienen una clara connotación sexual. Lo que no sé es que connotación tendrán los sueños eróticos entonces…

Y sin embargo son solo para nosotros, e incluso ni eso. Al despertar olvidamos, casi casi siempre. Recordar un sueño, bueno o malo, es ya una anécdota, y en mi caso, un motivo para escribir un blog. ¿Qué he soñado hoy? Quizás cosas que querria que se hicieran realidad, que he deseado, que deseo o anhelo, cosas que pasaron y añoro, u otras que (creo) jamás sucederán. Todo aquello que nos inunda y nos corroe, desde el recuerdo a la imaginación, va componiendo el universo más o menos difuso, elástico como un chicle mascado, que una vez al dia visitamos. Vivimos un tercio de nuestra vida (salvo excepciones) en unos sueños todo aquello que nuestro ser consciente no se atreve a revelar, aun sin saber si ese ser consciente es el que abarca la realidad. ¿Es la realidad otro sueño individual de cada uno, o una realidad distinta compartida por todos?

Quizás lo descubra cuando, soñador o soñado, recuerde como volar.

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