1 feb 2011

Uh uh uuuuh

¿No lo notas? ¿No lo ves? Aquí llega. Es un estruendo como de un millón de pájaros levantando el vuelo al mismo tiempo. Una avalancha de energía que se precipita sobre nosotros arroyándonos. No puedo detenerla, tú tampoco, nadie puede. El instinto animal se revela contra nosotros y nos inspira a gritar. Un grito sin articulación, sin sentido, primigenio, sin traducción, internacional, instintivo, salvaje, natural, perfecto. No hay señal más clara, interpretación más básica ni mensaje más fácil. ¿Pero aún sigues aquí? Sal corriendo! Trepa por las fachadas, saluda con tu cuerpo al sol y araña la cara de los que aún duermen. Y si no hay despertar, si nunca sienten la llamada, será que están sordos. Con tu mirada la realidad se queda ahí, arrogante e impasible en su lugar, pero cada vez que el aire vibra te toca en tu oído, tu mejilla y mucho más profundo. Aún no lo oyes? Sigues intentando verlo? Los tambores siguen vibrando, siempre lo han hecho, ¿pero hasta cuándo?. Sigue su compás, encuentra la senda que te indican hacia tu propia destrucción. En este viaje no hay cargas, no hay paradas, no hay un final que podamos controlar; sólo hay un cielo infinito, de colores tan intensos que parecen pintados y fundidos con el suelo sin marcar el horizonte. La oportunidad es nuestra, de todos...yo por mi parte ya noto como se me agudizan los sentidos.